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Pues sí,
Creo que a todos nos ha pasado alguna vez, por no decir muchas: el estar
encaminados en “algos” beneficiosos que luego vamos remplazando por otras formas más pragmáticas aparentemente.
Digo esto, porque la sociedad actual, que entre todos nos hemos labrado, está
llena de caminos tan complejos que en vez de facilitar la vida con algunos “avances”, la dificultan con lenguajes cada vez menos
claros y codificados, que a su vez tienen la obsolescencia predestinada.
Por lo cual
y si la lógica no me funciona mal; La obsolescencia es igual a un destino de
inutilidad y si la mayoría de los avances están abocados a la obsolescencia (algunos en un tiempo
relativamente corto) sarcásticamente hablando; “avanzaremos con la inutilidad a la vuelta de la esquina”.
Cierto es,
que nuestro cerebro tiene una capacidad superior a la que se le da uso
habitualmente; pero: ¿Adaptamos esa oferta de nuevos contextos a las demandas
reales de nuestro cerebro? Yo, personalmente creo que no. A veces pienso que se
dedica mucho tiempo y dinero en investigar posibles logros, que en la realidad,
no tienen mayor trascendencia en nuestra
existencia.
No quiero
alejarme mucho del tema, pero, si me pregunto: ¿Cuántas de esas cosas a las que
he dedicado un tiempo de estudio y trabajo (en detrimento de otros asuntos) van
a serme útiles o lo están siendo en mi vida? Pues hombre, cuantitativamente, no sé si un 50% sería mucho. Por otro lado, hay
dos aspectos que consiguen reforzarme para no caer en las frustraciones de los
tiempos perdidos: la retroalimentación y la interdisciplinaridad de muchas de
las cosas que he hecho o he aprendido a lo largo de mi vida. Aquí es donde tendríamos que ser capaces de
discernir dónde no tenemos que detenernos durante mucho tiempo y seguir hacia
delante con nuestras auténticas motivaciones.
Aunque y
permitiéndonos cierto “relax” y “entendimiento”, la vida puede que sea
caprichosa de vez en cuando y nos conduzca por otras sendas no previstas y que
nos dan el “Chance” de descubrirnos a nosotros mismos.